El 24 de Agosto del 79 a.C. el volcán Vesubio entró en erupción amenazando varias de las ciudades de la bahía de Nápoles. El azar hizo que ese día el viento soplara en dirección hacia Pompeya, por lo que fue la que más sufrió la coléra del volcán. Algunos de sus habitantes huyeron momentos antes del incidente pero la mayoría se quedaron pues nunca habian visto algo igual: para ellos el Vesubio era una montaña cualquiera y jamás habían tenido constancia de ninguna erupción.
La ceniza asfixió a los que allí vivían y cubrió toda la ciudad, dejandola sepultada durante siglos.
La erupción del Vesubio del 24 y 25 de agosto del año se desarrolló en dos fases: una erupción pliniana que duró de 18 a 20 horas y produjo una lluvia de pumita en dirección al sur del cono que aumentó la profundidad en 2,8 m en Pompeya mediante un flujo piroclástico, y una nube ardiente en la segunda, una fase peleana que llegó hasta Miseno y que se concentró en el oeste y el noroeste. Dos flujos piroclásticos sepultaron Pompeya, quemando y asfixiando a los rezagados que permanecieron allí. Oplontis y Herculano recibieron la peor parte de los flujos y fueron enterradas por cenizas y depósitos piroclásticos.
Se estima que en Pompeya vivían de unas 10.000 a 25.000 personas,
mientras que en Herculano se estima que debía tener una población de unos 5.000.No se sabe cuánta gente pereció por la erupción, aunque han sido recuperados unos 1.150 restos de cuerpos;para afinar la cifra habría que hacer moldes con sus impresiones en los depósitos de ceniza y los alrededores de Pompeya. En Herculano se han hallado restos de unos 350 cuerpos (300 en criptas arqueadas descubiertas en 1980). Sin embargo, estos números podrían indicar un enorme e infravalorado número del total de muertes en la región afectada por la erupción.
El 38% de las víctimas de Pompeya se hallaron en los depósitos de ceniza; la mayoría dentro de edificaciones. Se cree que murieron principalmente por el derrumbe de los tejados. Fuera de los edificios se encontró un escaso número de víctimas, que probablemente murieron por caídas de tejas o de grandes rocas proyectadas por el Vesubio. Esto difiere de la experiencia actual, puesto que en los últimos cuatrocientos años sólo un 4% de las víctimas murieron por lluvia de cenizas durante erupciones explosivas. El 62% restante de restos hallados en Pompeya], lo fueron en las oleadas de depósitos piroclásticos, y por lo tanto, murierion debido a ellas; probablemente por una combinación de asfixia, durante la inhalación de ceniza, la onda expansiva y los escombros proyectados a su alrededor. En contraste con las víctimas halladas en Herculano, el examen de la ropa, de los frescos y de los esqueletos demuestra que es poco probable que las altas temperaturas fueran una causa significativa.
Herculano, mucho más cercana al cráter, se salvó de la avalancha de tefra gracias a la dirección del viento, aunque quedó sepultada bajo 23 m de material depositado por oleadas piroclásticas. Es probable que la mayoría, o todas las víctimas de esta ciudad murieran por las oleadas, particularmente por las pruebas de altas temperaturas halladas en los esqueletos de las víctimas encontradas en las criptas arqueadas, y la existencia de madera carbonizada en muchos de los edificios.
Efectos de la misma en el entorno del volcán:
La terrible erupción del Vesubio que el 29 de agosto del año 1779 d.c. sepultó a Pompeya, a Herculano y a otras poblaciones de la campania fue presenciada desde lejos, en la población que se elevaba en el promontorio Miseno, una de las puntas del golfo de Nápoles, por el Joven, que entonces contaba con dieciocho años. Su tío y padre adoptivo, el naturalista Plinio el Viejo, mandaba la flota romana estacionada en Miseno, y en cuanto advirtió la catástrofe se encaminó a las proximidades del volcán, lo que le costó la vida. Su sobrino se quedó con su madre en Miseno, población que también sufrió de las consecuencias de la erupción y de los terremotos, pero se retiraron al campo en los momentos de mayor peligro. Más tarde Plinio, en dos cartas, explicará a su amigo el historiador tácito sus impresiones sobre aquel terrible acontecimiento.
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