domingo, 31 de octubre de 2010

El Mapa de la Ciudad de Roma



Templo de Júpiter
6. Templo de Juno Moneta
8. Basilica Julia
9. Foro romano
11. Basilica Emilia
12. Foro de los emperadores
13. Templo de Vesta
14. Basilica de Magencio y Constantino
15. Circus Maximus
17. Templo de Heliogábalo
18. Templo de Venus y Roma
21. Templo Divino Claudio
22. Arco de Constantino
24. Coliseo

Las 7 colinas

   Las siete colinas de Roma son una serie de promontorios que históricamente han formado el corazón de la ciudad de Roma. Situadas al este del río Tíber, este conjunto geográfico ha protagonizado numerosísimos pasajes literarios y son una referencia muchas veces repetida en la cultura popular.
Las siete colinas de la Roma antigua eran:
  • el monte Aventino  (47 metros de alto).
  • el Capilla ,que tenía dos crestas: el Arx y el Capitolium(50 metros de alto).
  • el Celio (50 metros de alto).
  • el Esquilino , que tenía tres cimas: el Cispius, el Fagutalis y el Oppius (64 metros de alto).
  • el monte Palatino, cuyas tres cimas eran: el Cermalus o Germalus, el Palatium y el Velia (51 metros de alto).
  • el Quirinal , que tenía tres picos: el Latiaris, el Mucialis o Sanqualis, y el Salutaris (61 metros de alto).
  • el Viminal (60 metros de alto).


     Estas siete colinas figuran de forma prominente en la mitología romana , su religión y su política; tradicionalmente, se cree que la ciudad original fue fundada por Rómulo y Remo sobre el monte Palatino (Collis Palatinus). Las primitivas siete colinas eran: Cermalus, Palatium, Velia, picos del monte Palatino, Cispius, Fagutalis, Oppius, picos del monte Esquilino, y Sucusa.
Inicial y tradicionalmente, las siete colinas fueron ocupadas por pequeños asentamientos que se agruparon y formaron una ciudad conocida como «Roma». Los ciudadanos de las siete colinas comenzaron a participar en una serie de juegos religiosos que comenzaron a unir a los grupos. La ciudad de Roma nació por tanto una vez que los asentamientos comenzaron a actuar como grupo, drenando los valles pantanosos que los separaban y convirtiéndolos en mercados y foros.

   El Río Tíber

    El río Tíber (en italiano Tevere) es el tercer río más largo de Italia (después de los ríos Po y Adige), con una longitud de 405 km.
Nace en los Apeninos, en el monte Fumaiolo, en la región de Toscana, y atraviesa las de Umbría y Lazio, pasando por las ciudades de Perugia y Roma. Desemboca en el mar Tirreno, el cual alcanza dividido en dos brazos en Ostia, el Isola Sacra (al sur) y Fiumicino (al norte). En su curso hay numerosos puentes algunos de ellos de gran valor histórico-artístico.

Desde su nacimiento, el Tíber fue el alma de Roma, y el hecho de que la ciudad le deba su propia existencia está descrito ya desde la primera escena de la leyenda de la fundación, con Rómulo y Remo en la canasta que, atascada debajo de una higuera, sorben el fluido azucarado que brota de los frutos, a la espera de una verdadera comida.

  Todos los asentamientos pre-romanos cuya convergencia dio origen a la Roma histórica "veían" el Tiber, pero desde lo alto, no desde sus márgenes (recuérdese Antemnae, por ejemplo), por obvias razones de defensa y porque el Tiber siempre ha sido un río sujeto a desbordes imprevistos.

  El punto en el cual la llanura aluvional era más seguramente practicable era en correspondencia de la Isla Tiberina, al lado de la cual (en el área que se transformaría en el Foro Romano, a partir de un más modesto Foro Boarico) se localizó originalmente el punto de encuentro y de intercambio entre las poblaciones etruscas que dominaban la márgen derecha (llamada más tarde Ripa Veientana y las poblaciones del Latium vetus sobre la margen izquierda (la Ripa Graeca).

   La isla era, además, el límite hasta donde podían llegar las antiguas naves de poco calado que venían desde la desembocadura en el mar Tirreno.
  A corta distancia, aguas abajo, se construyó en madera, el primer puente de Roma, el Puente Sublicio.

   La Isla Tiberina es famosa debido a que albergaba al Templo de Esculapio, el dios griego de la medicina.


    Posee una forma similar a la de una barca, y cuenta con 270 metros de largo y 67 de ancho.
Existe una leyenda que narra que luego de la caída del rey Lucio Tarquinio el Soberbio, el pueblo romano arrojó el cuerpo de éste en el punto del Tíber donde luego surgiría la isla, ya que sobre él se habrían ido acumulando arena y sedimentos que traía el río. Según otra versión de esta leyenda, los romanos habrían recogido los granos de trigo reunidos por el odiado rey, y lo habrían arrojado todo en el lugar donde después se formó la isla.
Debido a esos oscuros orígenes, la isla tiberina era un lugar de mala fama y estaba considerada por los romanos como un lugar de malos augurios. A tal punto estaba arraigada esta creencia, que hasta que no se construyó el Templo de Esculapio (Dios griego de la medicina), los romanos evitaban ir a la isla, y sólo los peores criminales eran condenados a pasar allí el resto de sus vidas.
La forma de la isla, que como anteriormente mencionado semeja a la de una barca, es casi todo lo que queda del gran templo que albergaba.


 La Muralla



 
Las Murallas servianas eran una barrera defensiva construida alrededor de las ciudad de Roma al principio del sigloIV a.C. Las murallas tenía una anchura de de 3,6 metros y una longitud de unos 11 kilómetros, con más de una docena de puertas.
El nombre hacía honor al Rey de Roma, Servio Tulio. Aunque el trazado parece datar del siglo VI a.C., los restos actuales que se conservan datan del periodo final de la República Romana.
Las murallas fueron obstáculo suficiente para contener el formidable ataque de Aníbal en el 210 a. C. durante la Segunda Guerra Púnica.
  La muralla se mantuvo casi idéntica al final de la República y en los inicios del Imperio, para ser posteriormente ampliada para recoger los distintos distritos en que Augusto dividió la ciudad tras su crecimiento.


  Las Murallas Aurelianas son una construcción militar de carácter defensivo construida en la ciudad de Roma por el emperador Aureliano. Su longitud original fue de 19 kilómetros, pero en la actualidad sólo se conservan 12,5 kilómetros. El propósito de su construcción fue defender Roma de las invasiones bárbaras que comenzaron a partir del año 271 dC.
El círculo completo rodeaba una superficie de 13,7 km². Las paredes cuentan con 3,5 m de grosor y 8 m de altura con una torre cuadrangular cada 100 pies romanos (29,6 m). Fueron remodeladas en el siglo V, doblando la altura (llegando hasta 16 m), por orden del general Flavio Estilicón, hombre fuerte del Imperio en época de Honorio. Tenían forma de hexágono y en ellas se emplazaban 382 torres, 7.020 almenas, 18 puertas principales, 5 poternas, 116 letrinas y 2.066 ventanas exteriores.
Constituyen un ejemplo de obra urbanística y desarrollo de la época, y en cierta medida se adelantaron a la amenazada existencia de las ciudades en la Edad Media.

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